lunes, 22 de junio de 2009


Un alemán quiere inundar Europa de distribuidores automáticos de oro

Un comerciante alemán quiere sacar provecho de la crisis y de la tradicional preferencia de sus compatriotas por las inversiones seguras, y ha puesto en marcha una idea: el expendedor automático de oro. En el aeropuerto de Fráncfort, el tercero de Europa en número de pasajeros, los viajeros pudieron probar la pasada semana un prototipo de esta máquina y aprovechar así del tiempo de espera para comprar algunos gramos del metal precioso.
"La reacción de los viajeros asiáticos ha sido fantástica", se entusiasma el inventor del concepto y directivo de la empresa de comercio de oro TG-Gold-Sper-Markt, Thomas Geissler. "Había un tipo que estaba encantado por poder llevar un trozo de oro a su esposa", añade este emprendedor, que sueña con instalar unos 500 distribuidores de oro por todos los aeropuertos de Europa, así como en las joyerías y tiendas de lujo de Alemania, Austria y Suiza.
En estas máquinas, bautizadas como 'Gold to Go', el oro se propone en hojas de uno a 10 gramos, o bien en forma de monedas australianas o canadienses. El principal argumento de venta será el precio: el vendedor promete una tarifa un 20% inferior a la practicada por los bancos alemanes. El inventor se embolsará un margen "razonable", promete. Y las tarifas marcadas por la máquina serán continuamente ajustadas a la cotización mundial, gracias a un programa específico creado para la ocasión.
El viajero deberá desembolsar unos 30 euros por un gramo de oro o cerca de 245 euros por 10 gramos, según el curso actual. Geisslar no esconde que con esta idea quiere aprovecharse del interés tradicional de los alemanes por este metal precioso, considerado como un valor refugio en tiempos de turbulencias financieras.

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