
La ciudad de la gran manzana no tiene vocación de administrar los cementerios, que en su gran mayoría pertenecen a las iglesias, sinagogas o asociaciones privadas sin fines de lucro, a menudo creadas por los propietarios de los sepulcros. Sólo tiene dos a cargo de los presupuestos municipales, el de Canarsie, que le pertenece como consecuencia de la historia de la ciudad, y el cementerio de Hart Island, al sur, donde se entierra a los reos y a la gente que nadie reclama.«Queremos deshacernos de las propiedades que no corresponden a la misión municipal», dice Mark Daly, que omite mencionar el moteo estimado de la operación de venta.Una operación complicada por dos leyes muy exigentes, una que reserva las subastas a compradores especializados en el sector funerario, y otra que prohíbe que la administración de un cementerio sea un negocio con ánimo de lucro.
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